jueves, 14 de octubre de 2010

Qué cosas se me ocurren.

Qué cosas se me ocurren.

Hola: después de meditar un poquito acerca de las cosas que resultarían ser mejor para nuestro querido Puerto Vallarta he llegado a la simplista conclusión de que del actual (y de casi todos) gobierno mejor no hablar, he leído algunos artículos de personas que escriben en diferentes medios de circulación local, en papel porque como se publican en la red de redes pues sencillamente están ante los lectores de todo el mundo, que cosas ¿no? Me doy cuenta que hablar mal del gobierno viene a ser como el marido que habla mal de su esposa y no se da cuenta de que él fue el que la escogió para compañera. Así los ciudadanos que hablamos mal del gobierno a veces (la mayoría) no nos damos cuenta de que fuimos nosotros quienes votamos por ellos o por parte de ellos, podría pasarme la vida criticándolos pero solo descargaría mi malestar y no pasaría de eso.
Por otra parte podría husmear por los rincones más recónditos del planeta para tratar de encontrar la causa del comportamiento de los gobernantes, podría, por ejemplo, decir que no son ellos responsables directos de la falta de buenos servicios en nuestra ciudad sino que se debe a un “diabólico” plan del club Bilderbergh, ¿han oído hablar de él? Quienes intentan por medios de todos conocidos seguir en poder del mundo completito con todo y sus habitantes, a quienes inducen a tener la mentalidad de esclavos que solo piensan en los satisfactores que ellos mismos-los del club Bilderbergh, (si les interesa les dejo un link) Los secretos Bilderbergh-nos inducen a desear tener. Podría decir que los gobernantes no son sino operadores en todas las escalas de ellos, títeres que tampoco se dan cuenta de que son manejados por intereses de quienes no tienen el gusto de conocer y que luchan por obtener el poder movidos por el deseo sincero de hacer bien las cosas para el pueblo y se ven envueltos en circunstancias que son inhábiles para resolver como por ejemplo el reparto de las partidas presupuestales que la federación efectúa par los distintos estados y que después de muchos regateos condicionantes les son entregadas por los gobernadores cuando a los presidentes municipales les está llegando el agua al cuello, entonces son recibidas como el maná que viene del cielo con todo el agradecimiento del que son capaces y con un cierto resentimiento futuro. Y tampoco o ¿si? Se dan cuenta que también los gobernadores son un escalón más de esa pirámide del poder que tiene su cúspide en la presidencia de la República aquí en nuestro país y a nivel mundial en el club Bilderbergh, los amos del mundo, creadores del nuevo orden mundial, regentes de la economía, de la educación y de todo lo que tiene que ver con la formación de individuos dóciles a los sistemas actuales y para lograr eso existe un manual.Armas silenciosas para una guerra tranquila, este es.
Pero creo que no tiene caso, porque resultaría inútil. He realizado una pequeña encuesta entre mis amigos y conocidos, resultando de ella que el 100% están más preocupados y ocupados en resolver su propia situación financiera, es decir por tener que comer, vestir, calzar, pagar deudas etc. Etc. Que por saber a qué se debe qué en Puerto Vallarta y en todo el país esté la situación como para llorar digo pues el verdadero origen de esta circunstancia, los verdaderos promotores del actual estado de cosas.
Así que mejor hablamos de otras cosas un poco más amables.
Los que son nacidos aquí o tienen, como yo, varios años de vivir la suerte diría yo, recordarán como era el Puerto hace digamos cuarenta años, como era la gente en esos tiempos en los que se podía caminar sin prisas y sin mucho cuidado por las calles del centro sin tener el temor de ser atropellado por algún auto o camión, o bien irse de paseo con la novia o el novio al Pitillal a deleitarse con las sabrosísimas y refrescantes paletas Villaseñor, por el camino viejo al Pitillal, sombreado siempre por inmensos árboles y aromado con el perfume de la hierba de los campos todavía en ese tiempo sembrados de maíz, todavía parcelado y ejidatario; recuerdo con nostalgia ese tiempo en el que había tiempo para perderlo y ganar en experiencias que a la larga vienen a ser el mayor tesoro que ser humano alguno pueda tener, las vivencias que con el tiempo se han de convertir en la personalidad que cada uno de nosotros ha de llegar a tener en el futuro como hermano, como hijo y como padre o madre.
Ese ámbito en el que personas como su servidor hemos podido disfrutar y agradecer a la vida misma el que nos haya permitido vivir.
El sol esplendoroso de la mañana asomándose por entre los cerros como en una pintura de Lépe o de Javier, sonriente, alegre pues, alumbrando las nubes que sonrosadas se retiran hacia el horizonte del mar tranquilo y casi cristalino empezando a entonar su canto profundo y esperanzador, el revuelo de las palomas alrededor de la torre de la iglesia del centro, los pescadores con su ristra de pescados ofreciéndolos al pueblo, los niños volando alegres hacia la escuela sin preocupación como angelitos yendo por entre las nubes, las mamás al mercado y los papás al trabajo.
Los domingos era cosa de ver: El malecón recorrido por jóvenes y señoritas luciendo su ropa de domingo es decir la más limpia y planchadita, algodones de azúcar, globos de mil colores, los dulces de pepitas de calabaza y los cacahuates el ruido de uña, los carritos de paletas y la banda municipal interpretando danzones y música tropical y los delfines haciendo sus gracias a orillas de la playa.
En fin, eso y no otras cosas fue lo que hizo de Vallarta El Paraíso del Pacífico; el lugar por elección de los luna mieleros del país y del extranjero, el lugar en el que todos querían visitar para conocer eso, El Paraíso.
12 horas o más se hacían para llegar desde Guadalajara si venia uno en el camión, teniendo que transbordar por allí en el Plan de Barrancas cuando los ríos venían crecidos o cuando tramos de carretera no estaban completos o había derrumbes, pero no se hacían cansados porque el paisaje era sencillamente cautivador, la selva en algunos tramos rodeaba a los viajeros quienes la llegar a Las Varas se decían-¡ya llegamos! Empezando a aspirar desde allí el aroma sin igual de Puerto Vallarta.
¿Cómo, Estimados amigos y amigas, podríamos recuperar esa atmosfera llena de vitalidad y al mismo tiempo tranquilidad que en aquel tiempo existió? Si hoy en día nos consumen las prisas y las angustias por la situación, si la televisión nos acarrea un sin número de noticias casi todas de mal augurio.
¿Cómo queridos míos, podríamos dejar de preocuparnos por que la bolsa en Wall Street sube y baja como joroba de camello, quien nos amparará del cataclismo que se avecina para el año dos mil doce?
¿Cómo o que tenemos que hacer para regresar como el Ulises a nuestro querido paraíso y volver a DISFRUTAR de vivir en el Puerto Vallarta de aquellos años?
Tengo una idea. Rompamos los televisores y cerremos las carreteras y el aeropuerto que solo lleguen a puerto Vallarta por mar los que de veras quieran conocer y disfrutar del Puerto.
Ah! Qué cosas ¿no?
Atte. José Cabrera Briones

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